El 11 de febrero de 1977 la dictadura cívico militar dictó el Decreto 385/77 que obligaba – en un estrecho margen de tiempo -, a lxs trabajadores a ratificar expresamente su afiliación a cada sindicato de primer grado de nuestro país bajo apercibimiento de dar de baja la misma.
En los hechos significaba, vaciar de afiliadxs a las organizaciones sindicales, y obligar en medio de un contexto de brutal represión, a que sean los propixs trabajadores quienes tuvieran que exponerse en público para ratificar su afiliación.
La jugada le salió mal a la dictadura: pese al miedo, lxs trabajadores ratificaron masivamente sus afiliaciones y su voluntad de pertenecer al movimiento obrero organizado.
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